jueves, 7 de junio de 2007

En el Día de la Libertad de Expresión


En el Día de la Libertad de Expresión una se pregunta que tanta libertad existe para los comunicadores y qué tanto expresamos los periodistas a fin de que la sociedad -a la que debemos nuestro trabajo- esté bien informada.

Sinaloa ha sido -por décadas consecutivas- un nido de violencia, un lugar donde se ha intentado resolver los problemas a descarga de metralla y ejecuciones, y donde los medios de comunicación han estado más preocupados por difundir campañas políticas que por informar con honestidad y eficiencia.

Hoy los periodistas asistimos a un desayuno patrocinado por las cámaras de comercio y la industria, por organizaciones campesinas y sectores sociales vinculados con el gobierno. El mismo acto fue un mero formalismo de aceptación de una prensa entregada a un sistema intocable por la prensa.

Las dos asociaciones de periodistas: la llamada Aarón Flores Heredia y la Asociación de Periodistas de los Mochis fueron felicitadas por la eficiente labor que desempeña en su tarea informativa. Dentro del mundo fantástico -donde todo está bien- la prensa ejercita una labor honesta y confiable, según los patrocinadores del evento.

Sin embargo, desde la tarima de los hechos, la situación es otra: el reportero -o reportera-, por lo general, es un profesional con un bajo salario que vive de prevendas llamadas "apoyos" por parte de sus fuentes. Es también un empleado sujeto a las políticas editoriales de la empresa y a los gustos de su patrón.

Un número considerable de medios de comunicación vive de la publicidad pagada por el gobierno. En muchas ocasiones, el reportero ha tenido que ser vendedor de publicidad a fin de incrementar sus magros ingresos, y debido a ésto se ha desviado de la importantísima tarea que tiene ante la sociedad.

Cabe preguntarse aquí, ante este panorama, si la sociedad es verdaderamente informada, si los periodistas realmente están capacitados para una labor de alto contenido social, como es la revelar y analizar cada uno de los acontecimientos que inciden en el vivir diario, y qué tanto lo hacemos de una manera libre y honesta.

Es importante señalar que el verdadero periodista es alguien que ejecuta su labor con un deber militar; con la humildad de un santo y con la ingenuidad de un niño. Un verdadero periodista es quien dedica su día de trabajo a la búsqueda de la verdad; quien investiga, alguien que se plantea retos todos los días y va en búsqueda de la noticia cuestionando siempre su trascendencia.

Durante el desayuno, a la hora de las exposiciones, alguien dijo por allí que los periodistas sufren ataques en todo el país, menos en Ahome. Esto sólo puede ser cierto en un lugar donde la prensa esté amordazada, comprada o dormida. Sólo en "el país de las maravillas" la prensa se puede dar el lujo de divulgar los eventos nimios.
Éste es un país azotado por la pobreza, la corrupción y la injusticia; un país donde el verdadero periodista pisa brasas candentes y no está exento de quemarse. Es un país lleno de trabas y conflictos, donde el desempleo y la mendicidad se incrementan.
La pobreza está brincando la línea divisoria de los estratos sociales y los ricos ya no son tan ricos. Asimismo, el sólo hecho de que los profesionales estén emigrando a los Estados Unidos es un síntoma del panorama desolador en el Estado.

La pobreza en México se acrecenta y la clase política se ha visto imposibilitada para contrarrestarla. Los medios de comunicación -vistos como empresas comerciales- poca voluntad han tenido a analizar los problemas trascedentales en el país.

Por otro lado, la falta de capacidad profesional de los periodistas, su bajos salarios y la escasa ética crean una marisma informativa donde la realidad se pierde.

Todo ésto pasa en Ahome y es posible que pase tambíén en el país.

A manera de reflexión, en el Día de la Libertad de Prensa es bueno analizar algunos de estos aspectos y preguntarse cómo podría un periodista llegar a ser un buen periodista.