martes, 11 de agosto de 2009

De cumbres y precipicios

La Cumbre de América del Norte 2009 sostenida esta semana por los mandatarios de Estados Unidos, Canadá y México aterrizó en desencanto. El mecías que la gente quiso ver en Barack Obama se ha desvanecido. El presidente negro es uno más en la lista de blancos comprometidos con Wall Street y la Reserva Federal de su país.
Con la propagación de la influenza, la vigencia del narcotráfico y las incesantes migraciones México representa –ahora más antes- un asunto que los países del Norte tienen que atender.
En una agenda nutrida por temas de seguridad, vallas fronterizas, comercio y cambio climático, el asunto de las finanzas quedó simplificado con una sola receta: “impulsar el fortalecimiento de las instituciones de crédito internacionales como el Fondo Monetario Internacional –FMI- y Banco Mundial –BM-“.
Canadá, a través de su primer ministro, Stephen Harper, limitó el acceso de los mexicanos a las montañas del Oso Yogui. Por su parte, Estados Unidos mantiene su valla cerrada con todo el vigor de la migra.
En un mundo globalizado, donde las empresas viajan sin visa y los capitales desconocen fronteras, por qué las personas no pueden viajar y establecerse donde mejor les plazca? El miedo al contagio de una enfermedad nueva y la escasez de fuentes de empleo son razones suficientes para mantener a los pobretones a raya.
Ante esta cerrazón de los vecinos del norte el presidente mexicano sólo ha podido abogar por los migrantes al señalar la contribución de los trabajadores mexicanos a la economía. Ha pedido dar respuesta a una demanda añeja, expuesta por México desde el mandato de Vicente Fox. Ante ésta, los estadounidenses se han mostrado escépticos.
Por el contrario, los norteamericanos han enfatizado el tema la seguridad nacional mediante la lucha contra el narcotráfico y el cierre de fronteras.
Por otro lado, la solución que le dieron al problema de la pobreza es una reiterada condena a la esclavitud que ha sido México -y todos los países latinoamericanos- sujetos a los créditos caros del FMI y BM. Con esta fórmula –repetitiva y cruel- los mexicanos continuarán sumidos en la pobreza al tener que pagar los altos intereses de la banca globalizada.
Los líderes de esta cumbre pasaron por alto, asimismo, que la pobreza establece vínculos con la migración, el tráfico de drogas y los reducidos cuidados de la salud; que es imposible resolver el aspecto de la migración, por ejemplo, sin un plan económico interno y que ese plan debe contemplar precisamente un financiamiento con intereses bajos y a largo plazo.
El endeudado México seguirá endeudado, con una población pobre que ahora interactúa evitando besarse y saludarse de mano, con un presidente que ha acudido a la Cumbre con cuaderno y lápiz, y que ahora, cuidándose de una bala en la espalda, como un héroe ingenuo y vulnerable, tratará de cumplir la tarea.