domingo, 23 de agosto de 2009

Cambios climáticos

Han pasado 39 años desde que el periodista David Suzuki advirtó sobre las consecuecias de la destrucción de la capa de ozono: drásticos cambios climáticos, sequías, huracanes, inundaciones y finalmente hambruna.
Suzuki criticó con ahínco los gobiernos industrializados por la excesiva emisión de gases dañinos, por mantener una política económica tan rapaz como la más feroz de las bestias y tan demoledora como un bulldozer.
En México las playas han sido de una manera constante y tenaz tomadas por constructores y hoteleros que tienen -a su pesar dicen - que matar a miles de crías marinas al momento de erigir sus palacios turísticos.
Los animales se reducen en gran proporción. Lo mismo el agua y los alimentos.
Ahora que los gobiernos se dan cuenta que lo que advertía Suzuki está pasando, los analistas tratan de contrrestar el miedo afirmando que la ola de calor es cíclica, que hace miles de años la tierra entró en la misma dinámica, que es algo que tendrá que pasar. 
Sin embargo, es imposible engañar a la razón y la lógica: si talamos los árboles sin plantar otros es más probable que tengamos sequía y calor. Veamos que ha pasados en los últimos 20 años en la selva Lacandona, en las planicies del Africa, en las zonas polares.
Con este razonamiento es posible deducir que los cambios climáticos que vivimos son provocados, en gran parte, por la mano de quienes talan, construyen en zonas bilógicas, producen plásticos y viven todavía pensando que el petróleo es la única fuente de riqueza.
El cambio climático nos debe conducir a un cambio de políticas públicas, a contemplar el cuidado de la naturaleza, el priorizar los derechos humanos ante las demás necesidades, y, ojo, a la formación de funcionarios públicos honrados e inteligentes; gente sensible, a quien la vida simple le venga bien y el admirar el vuelo de las aves le provoque un sentimiento de respeto.